La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, pero también es el más visible y el que queda más expuesto a las agresiones externas. Proporciona una barrera frente a agresiones, productos químicos nocivos, el sol, el calor o el frío, microorganismos…

El estrés, la alimentación, el tabaco, la radiación solar… son muchos los factores que afectan a nuestra piel. Independientemente de la época del año en la que nos encontremos, es importante cuidarla ya que, con el paso de los años, la piel va perdiendo sus propiedades naturales, sobre todo elasticidad, firmeza y humedad, y suelen aparecer cambios en la pigmentación, manchas…

También, en función de la localización de la piel, ésta necesita unos cuidados más concretos. Para ello, conocemos y tomamos nota de los consejos de los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.

Cuidado de la cara

La piel de la cara recibe agresiones de diverso tipo.

Destacan las ambientales, como la exposición a radiaciones ultravioletas procedentes del sol, que “excesivas y sin una protección suficiente, favorece un envejecimiento temprano de la piel”, explican los especialistas. Otras, como el frío y el viento, resultan nocivas para la piel de la cara, así como el exceso de humedad. Ya en primavera y verano es importante mantener las medidas de fotoprotección, así como apoyarse en otros accesorios como gorros, sombreros… que minimicen el impacto solar.

Existen otro tipo de agresiones: las químicas. “Esas agresiones proceden del ambiente en forma de humo o polvo que se deposita en la piel, aunque también de la aplicación de determinados productos químicos o cosméticos, sobre todo mal conservados o no homologados”, apuntan. También el tabaco resulta especialmente nocivo.

Por otro lado,no todas las personas tienen el mismo tipo de piel, con lo cual resisten de distinta forma a esas agresiones. Las personas con una piel grasa suelen resistir mejor a los agentes nocivos, porque la grasa ofrece una capa protectora de la piel al generarse un manto que recubre la capa más externa, y “tiene propiedades aislantes y germinicidas”.

En cambio, la piel seca sufre peor la acción de esos agentes. El manto protector se deteriora con más facilidad y deja expuestas las capas más superficiales de la piel. En este tipo de piel “los efectos de las agresiones sobre la piel son variados, aunque predomina la aparición de lesiones descamativas, así como un envejecimiento precoz”, explican.

Estas lesiones se producen por una pérdida del manto protector de la piel. Los estratos superficiales quedan expuestos y sufren un rápido deterioro que ocasiona su aparición. La piel adquiere un aspecto descamativo e incluso inflamatorio, “llegando a alcanzar zonas más profundas, especialmente en los pliegues o donde la tensión de la piel es mayor”.

Ese tipo de lesión puede recuperarse con un tratamiento adecuado, pero esto es más difícil con el envejecimiento de la piel. “Ese envejecimiento se origina por la pérdida de hidratación y una degeneración de las estructuras fibrilares que le dan soporte. La deshidratación ocasiona una disminución de la turgencia y aspecto brillante de la piel, mientras que la destrucción de las estructuras fibrilares, especialmente colágeno, origina una pérdida de firmeza”, detallan desde el centro.

Como consecuencia de todos estos cambios, la piel pierde elasticidad y flexibilidad, formándose arrugas y bolsas. Para evitar este deterioro, conviene conocer sus características:

  • La piel grasa puede resultar más fácil de proteger, pero se debe tener cuidado con su limpieza. Este tipo de piel “acumula secreciones en mayor cantidad generando problemas con frecuencia de foliculitis”.
  • La piel seca debe ser protegida con más esmero. Hay que evitar la exposición excesiva a las agresiones físicas (luz ultravioleta, humedad, viento) y químicas. Al final del día o, incluso en algún momento del día, conviene protegerla con alguna crema hidratante. También es aconsejable tener una correcta limpieza, para eliminar toxinas y restos de cremas o cosméticos, que con frecuencia atrapan polvo u otras sustancias. “Esa limpieza se recomienda que sea, al menos, dos veces al día, empleando esponjas o cepillos suaves que eliminan restos de suciedad o las capas córneas más deterioradas, sin lesionar la piel”.

Es conveniente eliminar el tabaco y, como muchos afirman, controlar el estrés y hacer un masaje tonificante (nunca estirando excesivamente la piel, sobre todo hacia abajo) de la musculatura facial pues mejoran su firmeza y flexibilidad. “En este sentido, la risa parece ser una terapia muy recomendable”, destacan los expertos.

¿Cómo evitar el envejecimiento? Puede conocer otras recomendaciones de los especialistas de Clínica Universidad de Navarra en nuestro post Consejos para evitar el envejecimiento de la piel.

Cuidado de la piel de las manos

Las manos están sometidas a múltiples agresiones a lo largo del día.

“Las principales agresiones provienen del empleo de sustancias químicas, como detergentes o colorantes”,explican desde CUN. Éstas tienen la capacidad de degradar las grasas, por lo que destruyen fácilmente el manto graso que protege la piel.

Si se manipulan estas sustancias sin una protección adecuada, se origina una piel seca descamativa y fácil de lesionar. En los casos más graves o cuando existe cierta sensibilización a algunos de los compuestos empleados, pueden aparecer en la piel placas rojas que se extienden, dando lugar posteriormente a la aparición de grietas muy dolorosas”, añaden los expertos.

Por eso, conviene proteger las manos con guantes para la realización de cualquier trabajo con estas sustancias. Si los guantes irritan, los especialistas recomiendan ponerse otros de algodón por debajo.

Como ya se ha indicado, las cremas hidratantes son muy útiles para ayudar a recuperar el manto graso de la piel. En estos casos, es recomendable realizar varias aplicaciones al día, incluso cuando estamos empleando guantes, ya que la crema se absorbe más fácilmente por el calor que producen. “En algunas ocasiones, se puede aplicar la crema hidratante en las manos antes de dormir, cubriéndolas después con unos guantes de algodón”, concluyen.

Al igual que las manos, es importante hidratar también todo el cuerpo. Otra de las claves para tener una piel sana, es mantener una buena hidratación bebiendo agua: el agua mantiene la piel hidratada, ayuda a eliminar toxinas y a regular nuestra temperatura corporal.

Además de las manos, las uñas también merecen un cuidado especial. “En los más pequeños, unas uñas cortas pueden evitar que se autolesionen”.

Para cortarlas es mejor emplear cortauñas y no tijeras, hacer un corte recto y transversal para evitar la lesión de la cutícula que sella la uña.

“Como consecuencia de un golpe sobre un dedo, puede aparecer un coágulo debajo de la uña. En este caso, si es muy doloroso, es conveniente que lo drene un facultativo. En el supuesto de que la uña quede lesionada, no se debe intentar arrancarla, debido a que podría dañar el lecho ungueal donde se forma la nueva. Es mejor vendarla y esperar a que la nueva uña que surja la desprenda”, agregan los especialistas.

Por otro lado, si ha penetrado una astilla o una espina en la piel, hay que procurar retirarla con unas pinzas, siguiendo el ángulo de entrada. Se puede intentar esterilizar previamente las pinzas con fuego. “Si la astilla es visible bajo la piel, se puede abrir parte de la misma hasta que se pueda sacar. Una vez extraída la astilla, conviene apretar la zona con el fin de que sangre algo, lavando a continuación la herida con agua y jabón durante cinco minutos”.

Si se nos clava un anzuelo de pescar, “no hay que retirarlo siguiendo el trayecto de entrada pues el gancho lesionaría los tejidos. Para evitarlo conviene hacer salir la punta a través de la piel y a continuación cortar el gancho o cubrirlo con hilo para poder retirar después el anzuelo”, explican desde Clínica Universidad de Navarra.

Cuidado de los pies

Para un buen cuidado de los pies es imprescindible lavarlos diariamente, especialmente cuando la sudoración es importante. De lo contrario, pueden aparecer problemas de olor o infecciones. Después de lavarlos se han de secar bien, sobre todo los espacios interdigitales.

“Este cuidado de los pies es fundamental en deportistas, por la mayor facilidad a sufrir infecciones por hongos que suelen afectar a esas zonas con una mayor humedad”.

Los pies pueden sufrir por el empleo de zapatos inadecuados o con un tacón excesivamente alto. “El pie tiene una forma de arco que distribuye la carga que soporta a partes iguales entre el talón y la parte anterior. Si se emplean tacones excesivamente elevados, se produce una sobrecarga sobre la parte delantera del pie que puede llegar a ser del setenta por ciento del peso. Esta sobrecarga puede producir un aumento en la achura del antepié, que facilita la desviación de los dedos, con la consiguiente aparición de rozaduras y zonas de hiperqueratosis”.

Para eliminar estas hiperqueratosis, que se caracteriza por el aumento de la capa externa o escamosa de la piel, podemos recurrir al empleo de una piedra pómez. En el caso de que persistan o sean muy dolorosas, es necesario acudir al especialista. “El empleo de zapatos no adecuados en los niños, o heredados de hermanos mayores, también puede facilitar la aparición en el futuro de estos problemas”, señalan los expertos.

Dermatitis y otras lesiones inflamatorias

Cualquier producto químico puede sensibilizar la piel y favorecer la aparición de una dermatitis o de una lesión inflamatoria de la misma, manifestándose con lesiones comoenrojecimiento, descamación y presencia de grietas dolorosas. En ocasiones, para el tratamiento, el paciente puede incluso llegar a precisar cremas con corticoide.

“Es necesaria la protección frente al contacto con cualquier compuesto químico, no sólo detergentes, sino también sustancias empleadas en el bricolaje, cemento, productos sanitarios, etc. No debemos automedicarnos con el empleo de cremas que contengan fármacos, sobre todo corticoides”, advierten los especialistas.

La utilización de este tipo de cremas, sobre todo si su uso es prolongado, debe realizarse bajo control facultativo, por el riesgo de que la absorción a través de la piel acabe produciendo efectos secundarios.