El estrés forma parte de nuestra rutina. “La vida es estrés”, subrayan desde Clínica Universidad de Navarra.

El estrés es una amenaza para nuestro equilibrio interno, por lo que hay que prestarle atención, ya que puede afectar a funciones básicas como el sueño o el apetito.

Consecuencias del estrés

Además de cuadros de ansiedad y depresión, que generan negatividad y malestar general, el estrés también afecta a otros aspectos: aumenta la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y la fuerza de contracción del corazón.

Si existen placas de grasa, arteriosclerosis en las arterias coronarias o alteraciones en el músculo del corazón (como por ejemplo, que esté muy dilatado o tenga la pared muy gruesa) puede ser el desencadenante de un infarto del corazón o de muerte súbita, al causar una arritmia maligna.

Aproximadamente el 12% de los problemas cardiovasculares están causados única y exclusivamente por el estrés, según señalan los expertos de Clínica. “El ser humano es como una olla a presión, vamos acumulando estrés a lo largo de los días y, si al final de la jornada o en vacaciones no retiramos la válvula, la olla puede explotar y nuestro organismo puede sufrir serios daños”.

¿Cómo liberar el estrés?

Es importante que cada persona conozcalas actividades que pueden ayudarle a liberar el estrés. Puede ser hacer ejercicio, bailar, pintar o aplicar la técnica del mindfulness.

No obstante, si una persona es incapaz de relajarse, “debe acudir a un psicólogo, para aprender actitudes y comportamientos para defenderse mejor de esta agresión”, señalan los especialistas.

Desde Clínica Universidad de Navarra añaden que, en el caso de que el psicólogo no pueda ayudar más, habría que consultar a un psiquiatra para que recomiende algún tratamiento farmacológico. Aunque, lo más importante es aprender a gestionar el estrés por uno mismo, intentando evitar los fármacos.

 “El problema es que se ha incrementado el número de personas que sufren problemas coronarios y cardiacos producidos por el estrés, porque una persona estresada no tiene ganas de hacer ejercicio ni de cuidar su alimentación. Además, la ansiedad le lleva a comer en exceso y, por tanto, a engordar, hecho que también le repercutirá a nivel digestivo”.

Por ello, los expertos de Clínica Universidad de Navarra vinculan los problemas de estrés, o ansiedad, con otros en el sistema digestivo. “Así, el estrés conlleva la aparición de ira, ansiedad o depresión, que pueden ocasionar síntomas digestivos en forma de náuseas, vómitos, diarrea, dolores…”. Por eso, aconsejan comer pequeñas cantidades, frecuentemente en cinco comidas diarias, y evitar alimentos como las alcachofas, brócoli, lentejas o especias. Los alimentos más recomendables son aquellos que contengan hidratos de carbono y proteínas, como las frutas y verduras, para mejorar la digestión.