El calor, las altas temperaturas, el cloro de la piscina, asistir a espacios públicos con gran afluencia de personas, como piscinas o playas, … pueden dar lugar a sucesos propios del verano. Una de las incidencias más habituales es la deshidratación.

El agua, irremplazable para nuestra salud y nuestro organismo

“El agua es imprescindible para nuestra vida. Nuestro organismo necesita una adecuada hidratación para mantener los niveles óptimos de agua. Un aspecto que en verano, debido al calor, se ve alterado debido a un aumento de la pérdida de agua mediante la piel, respiración y sudoración, principalmente”, explican desde Clínica Universidad de Navarra.

“Tenemos que esforzarnos por tener un buen estado de hidratación, porque es muy importante para todas las funciones del organismo. En verano podemos perder mucha agua y, a veces, no ser del todo conscientes porque el mecanismo de la sed no funciona correctamente o porque, aunque nos invite a beber, no siempre lo hacemos o podemos”, advierte el Dr. Nicolás García, especialista de Medicina Interna en Clínica.

Para ello, es fundamental beber líquidos. Por eso, ¿qué tipo de bebida es la más adecuada?

“En el fondo, el mejor líquido es el agua, si puede ser con bajo contenido de sodio. También se puede beber mediante infusiones, café o té, pero estas últimas pueden tener otros efectos que quizá no nos interesen tanto. En una situación de enfermedad, como un cuadro gastrointestinal, sí interesa beber agua con solutos”.

De forma habitual, es recomendable beber entre 1,5 y 2 litros de agua diarios, pero en verano, debido al calor, la humedad o el ejercicio físico, hemos de aumentar esta ingesta hasta los 2,5 litros.

Fruta y verdura, alimentos ricos en agua

Si en ocasiones es costoso llegar a los 2 litros de agua diaria, alcanzar los 2,5 puede ser aún más difícil.

Para conseguirlo, el experto de Clínica Universidad de Navarra aconseja mantener e incrementar la fruta o verdura en nuestra dieta veraniega.

“Es bueno que hagamos una dieta con mucho producto rico en agua y equilibrar nuestra hidratación con fruta o verdura. También se obtiene agua a través de la combustión de alimentos como, en general, los hidratos de carbono que son capaces de generar bastante agua en la combustión”, añade el Dr. García.

La sed, sequedad en la piel o en las mucosas son signos de la deshidratación. “Hay que lograr no llegar a ello, ir hidratándonos y ver cómo está siendo el día (qué calor hace, cuánto me voy a exponer, qué voy a hacer…). Si podemos prever un mayor gasto, lo mejor es ir tomando esa agua de forma constante porque tampoco vamos a beber todo de forma repentina”, ultima.