Más típicas de la época veraniega, pero también atemporales, la ensalada es un plato fundamental de nuestra dieta.

Este alimento incluye vegetales y hortalizas que aportan líquidos y fibra, por lo que son una fuente de alimentación muy saludable.

En la dieta mediterránea, se aderezan también con otros productos propios y naturales, como el aceite y el vinagre.

Además, son fáciles de preparar y mantienen las propiedades de los elementos utilizados.

La ensalada como alimento

“Los vegetales y hortalizas aportan una cantidad importante de líquido. Tienen una textura muy acuosa debido a una composición importante en agua”, explican desde Clínica Universidad de Navarra.

Junto con esa porción de líquido, incorporan electrolitos y minerales, especialmente potasio, sodio y magnesio, además de oligoelementos como el Zinc.

Otro elemento fundamental su aporte de fibra. “Aporta firmeza, siendo un tipo indisoluble que ayuda a la formación de la masa fecal y ello permite obtener ciertas ventajas: regulariza el ritmo intestinal y disminuye la absorción de las grasas. También contienen vitaminas, sobre todo del grupo B, C y A, y antioxidantes”, añaden.

Por ello, la ensalada tiene un efecto beneficioso sobre el sistema nefrourinario, ayudando a mantener la hidratación, cardiovascular y digestivo.

Por otro lado, también permite saciar sin que el aporte de calorías sea excesivo, salvo cuando se complementan en exceso con demasiado aceite, salsas, aceitunas o frutos secos, por ejemplo.

¿Cómo preparar una ensalada?

Existen numerosas combinaciones posibles y saludables. “Se mezclan especialmente bien con arroz y pasta, así como atún y queso”, indican los especialistas.

Son habituales las ensaladas con lechuga, tomate, cebolla y ajo. “La principal precaución que se ha de tener con estos alimentos es consumirlas en condiciones adecuadas”.

Por ello, además de intentar mantener la frescura necesaria que evite su deterioro, deben estar convenientemente limpias para disminuir el riesgo de adquirir alguna infección alimentaria.