Un ensayo clínico pionero, multicéntrico, iniciado en 2011, y liderado por Clínica Universidad de Navarra, ha demostrado la seguridad y eficacia de emplear linfocitos propios del paciente en la fase de mantenimiento del linfoma folicular durante cinco años.

La investigación refleja que el 85 % de pacientes se encuentran libres de enfermedad a los cinco años de terminar el tratamiento de mantenimiento.

De esta forma, y tras casi diez años de estudio, los investigadores han mostrado la seguridad y eficacia de emplear terapia celular complementaria al rituximab para el linfoma folicular, el segundo tipo de linfoma de mayor incidencia.

“Lo que buscábamos en este ensayo era mejorar la supervivencia libre de progresión en pacientes con linfoma folicular, es decir, prolongar el tiempo en el que paciente está sin enfermedad. Y es lo que hemos conseguido, ya que a los 60 meses, el 85 % de los pacientes seguían libres del cáncer”, afirman desde Clínica Universidad de Navarra.

Los hallazgos de este estudio se han publicado en la revista British Journal of Hematology.

Una investigación pionera en el uso de terapia celular

Clínica Universidad de Navarra inició en 2011 este ensayo pionero en el empleo de terapia celular y en el que ha liderado a otros centros hospitalarios españoles.

En total, 20 pacientes han participado en esta investigación a quienes se les ha administrado durante dos años el medicamento rituximab, un anticuerpo monoclonal, junto a terapia celular.

La terapia ha consistido en inyectar linfocitos del propio paciente expandidos y activados en el laboratorio para ampliar el efecto del fármaco en la muerte de la célula tumoral.

“Cada dos meses administrábamos rituximab al paciente y, cada cuatro, les poníamos también los linfocitos activados (células LAK) que previamente habíamos extraído del paciente y cultivado en el Laboratorio de Terapia Celular de la Clínica. En el cultivo, lográbamos que proliferaran y se activaran para volver a devolvérselos a los pacientes habiendo incrementado su capacidad de controlar el linfoma. La ventaja era que al ser linfocitos propios no había posibilidad de rechazo y las reacciones adversas han sido escasas”, explica.

Tras el ensayo, los investigadores han mantenido durante cinco años un seguimiento médico a los pacientes para comprobar cómo evolucionaban después de haber finalizado el tratamiento.

“Hemos comprobado que los pacientes tratados no tienen peor calidad de vida ni tienen más efectos adversos que los mostrados históricamente cuando se les daba solo rituximab y, además, hemos visto que es un proceso que mejora la eficacia”, subraya el equipo científico.

Potencial capacidad antitumoral

Además de estudiar la tolerancia y actividad del tratamiento, los investigadores han realizado una investigación profunda a nivel biológico.

“Hemos enfrentado esas células a líneas celulares que tenemos en el laboratorio con distintos tipos de linfoma y hemos comprobado que poco a poco los linfocitos del paciente iban ganando actividad. Es decir, estábamos mejorando la actividad citotóxica de la sangre de estos pacientes”, apuntan. 

“En definitiva, estábamos entrenando a los linfocitos de esos pacientes para que mejoraran su capacidad antitumoral”, añaden los investigadores de Clínica y CIMA.

Asimismo, de todos los linfocitos generados en el laboratorio han detectado que “la mayor actividad antitumoral la tenía una porción muy pequeña de células denominadas células NK (Natural Killer cells). Un tipo de células que en los últimos años, de forma paralela, han sido objeto de estudio por parte de diferentes grupos y se ha convertido en uno de los avances más esperanzadores para el desarrollo de nuevas estrategias de inmunoterapia”, subrayan.

Prolongar el tiempo libre de enfermedad

El linfoma es un tipo de cáncer que se caracteriza por la proliferación maligna de linfocitos, que constituyen las células defensivas del sistema inmunitario.

El linfoma folicular es el segundo de los tipos de linfoma de mayor incidencia.

El tratamiento estándar de este tipo de linfoma se divide en dos fases. En primer término, se administra la quimioterapia junto con algún anticuerpo monoclonal antiCD20 (habitualmente el rituximab) y, después, durante el mantenimiento se emplean solo los anticuerpos monoclonales.

Es una patología oncológica que responde bien a los tratamientos, pero con el tiempo regresa y el paciente recae. “El problema es que cada vez que se trata al paciente obtienes una nueva respuesta, pero ésta siempre es más corta que la anterior”.

Por ello, tal y como señalan desde Clínica, “la estrategia del linfoma folicular, que es incurable, es intentar prolongar el periodo libre de enfermedad entre las recaídas, ya que cuanto más se alargue el tiempo entre tratamientos, más beneficioso va a resultar para el paciente. Si está más tiempo sin enfermedad, va a necesitar menos tratamientos, recaer menos y, por lo tanto, su supervivencia va a ser mayor”. 

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