Las aftas o úlceras bucales, también denominadas estomatitis aftosa recurrente, son lesiones que aparecen sobre la mucosa de la boca.

Suelen encontrarse en la mucosa oral y labial, los bordes de la lengua, los surcos bucales y linguales y, el paladar blando.

¿Cómo son las aftas bucales?

Su forma suele ser redondeada u oval, con una base amarillenta rodeada de un halo rojizo. Su diámetro oscila entre 3 y 8 milímetros. Puede aparecer como una sola lesión o formar grupos de hasta 20 aftas o más.

Antes de que aparezcan, entre los 1 y 3 días anteriores, provocan ardor o un picor intenso y aunque son pequeñas, producen un dolor agudo.

Se curan solas en 10-14 días de forma espontánea, sin dejar cicatriz y no suelen producir fiebre, excepto si se sobreinfectan.

¿Por qué aparecen?

Se desconoce la causa, aunque se relaciona con “una reacción inmunológica frente a las bacterias comunes de la flora bucal, falta de vitaminas, estrés, cambios hormonales y alergias alimentarias”, explican los especialistas de Clínica Universidad de Navarra quienes añaden que “también existe cierta predisposición genética”.

Por otro lado, las aftas de origen traumático suelen derivar de una herida en la mucosa bucal. Puede ser causada por el cepillo de dientes, prótesis dentales, mordeduras en la pared de la boca o la lengua, ingestión de alimentos o bebidas muy calientes, entre otras.

¿Son graves las aftas?

Casi todas las aftas bucales son de carácter limitado.

“Si no se curan en un plazo de dos semanas, aparecen frecuentemente o no tienen un origen traumático, debe acudirse al médico”, aconsejan desde Clínica Universidad de Navarra. Así, se podrá estudiar si existe una enfermedad subyacente a través de un análisis de sangre y, en caso necesario, realizar una biopsia de la lesión.

Tratamiento para las aftas bucales

Normalmente no requieren tratamiento. El único posible consiste en aliviar el dolor y reducir la inflamación.

No obstante, desde Clínica, indican varias recomendaciones para quienes tengan aftas bucales habitualmente:

  • Es recomendable evitar las comidas muy condimentadas y los alimentos de fuerte sabor ácido, como los cítricos, hasta que se hayan curado.
  • Se pueden usar anéstesicos locales para reducir la sensibilidad al dolor.
  • Suele utilizarse lidocaína al 2%, en enjuagues orales cada 3 horas o antes de las comidas.
  • Tomar antiinflamatorios tópicos, para reducir la inflamación.
  • Se suelen emplear los corticosteroides, como la hidrocortisona y análogos de la carbenoxolona. Se usan en forma de tabletas de disolución oral, geles o soluciones para hacer enjuagues. Estos, además, suelen contener un antiinfeccioso y antiséptico local que actúa contra las bacterias presentes en la cavidad bucal, previniendo las sobreinfecciones.