La higiene alimentaria se define como “el conjunto de condiciones y medidas que deben estar presentes en todas las etapas de producción, almacenamiento, transformación, transporte, conservación y cocinado doméstico del alimento, para garantizar la salubridad de los alimentos”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Nosotros, como consumidores debemos saber elegir y reconocer la calidad de los alimentos, y también conocer cómo conservarlos y manipularlos correctamente para evitar contaminaciones y pérdidas de la calidad.

¿Por qué se pierden los alimentos?

Los alimentos son estructuras biológicas de carácter vegetal y animal, por lo que pueden estropearse. Esto se debe a que pueden sufrir alteraciones de tres tipos:

1. Descomposición natural

“En este mecanismo intervienen enzimas que se encuentran de modo natural en los vegetales y animales vivos. Estos enzimas aceleran procesos de degradación a nivel celular provocando la pérdida de distintos nutrientes del alimento, explican desde Clínica Universidad de Navarra.

Durante la descomposición natural, también se producen pérdidas de agua, haciendo que los alimentos se sequen y cambien color. Un buen ejemplo de ello es la fruta, las verduras o la carne.

Todos estos procesos generan modificaciones nutritivas, como la pérdida de vitaminas y cambios en las propiedades externas de los alimentos, como el aspecto, la textura, el sabor, el olor y el color.

2. Contaminación por microorganismos

Estas alteraciones son las más peligrosas por sus consecuencias y porque normalmente no se aprecian alteraciones a simple vista. Las bacterias que pueden contaminar los alimentos son muy numerosas”, detallan los expertos.

No todas las bacterias son perjudiciales, y algunas son útiles para la producción de alimentos como el queso, yogurt, vinagre…, pero las que sí que producen enfermedades pueden generar un verdadero peligro para la salud, sobre todo en los grupos más vulnerables como los niños, los ancianos y las personas con el sistema inmunitario débil.

Los hongos son otros microorganismos que contaminan frecuentemente los alimentos. “En este grupo se encuentran los hongos y levaduras, que provocan alteraciones en las propiedades externas de los alimentos, pero no causan intoxicaciones al ser ingeridos”.

Un ejemplo de contaminación por microorganismos es la listeria. Ya ocurrió en España en el 2019 y ha sucedido también en países como Dinamarca e Italia (ambos en 2022).

3. Cocinado erróneo

Toda práctica culinaria que suponga un cambio térmico brusco de los alimentos conlleva modificaciones en sus características, y en algunas ocasiones pueden llegar a provocar toxicidad.

¿Qué debemos hacer para mantener una correcta higiene?

Desde Clínica Universidad de Navarra, ofrecen una serie de consejos para la óptima conservación y manipulación de los alimentos:

  • Lavarse las manos frecuentemente con agua caliente y jabón, y siempre antes de manipular cualquier alimento.
  • Lavar los utensilios de cocina con agua y jabón tras su uso. Conservarlos en un lugar adecuado.
  • Mantener limpia y aireada la cocina.
  • Lavar las verduras y frutas antes de su manipulación, y especialmente antes de su ingesta.
  • Evitar recalentar los alimentos más de una vez.
  • No congelar productos ya descongelados.

¿Qué debe llevar la etiqueta de un producto alimenticio?

El etiquetado es una información, muy importante, que obligatoriamente debe llevar todo alimento. Aquí podemos conocer desde los ingredientes que contiene un producto hasta la manera de conservarlo.

Desde Clínica, detallan la información qué ha de tener un producto alimenticio:

  • Nombre y denominación del producto: debe indicar la verdadera naturaleza del mismo.
  • Identificación del fabricante: debe aparecer el nombre, domicilio del fabricante, envasador o importador el alimento, vendedor.
  • Ingredientes: debe incluir todos los ingredientes con que está hecho el producto, incluido los aditivos.
  • Deben declararse los ingredientes que causen hipersensibilidad como, por ejemplo: “cereales con gluten, crustáceos, huevo y subproductos, pescados, cacahuete, soja, leche y derivados, y sulfitos en concentraciones iguales o mayores a 10 mg./Kg”.
  • Debe llevar la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente. Una vez abierto un producto envasado, “debe ser tratado como un producto perecedero y de corta duración”.
  • Los aditivos “se designan mediante su nombre completo o mediante la letra E seguida de un numero de 3 o 4 cifras y siempre, precedidos por el nombre de la categoría a la que pertenecen (colorante, antioxidante…)”.
  • Peso neto.
  • Instrucciones para la conservación: su cumplimiento da validez al marcado de fechas.
  • Modo de empleo: es importante en congelados y precocinados.
  • País de origen.
  • Identificación del lote.