La fibromialgia es una gran desconocida, pese a ser un síndrome muy frecuente que afecta a entre el 2 y 6 % de la población, sobre todo mujeres, según datos de la Fundación Española de Reumatología.

La fibromialgia es una enfermedad crónica y compleja. Se caracteriza por un agotamiento profundo y un dolor generalizado por todo el cuerpo, ya que afecta a los músculos y al tejido fibroso –ligamentos y tendones-. Además, puede venir acompañada por otros síntomas como trastornos del sueño, depresión, ansiedad, cefalea, sequedad de mucosas…

“Se trata de una enfermedad que repercute seriamente en la calidad de vida del enfermo. Es una enfermedad real, aunque hasta ahora estaba infradiagnosticada e infratratada”, indican los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.

En ocasiones, la fibromialgia aparece después de procesos puntuales o desencadenantes como una infección bacteriana o viral, un accidente de automóvil, la separación matrimonial, un problema con los hijos… En otros casos, aparece después de que otra enfermedad limite la calidad de vida del enfermo (artritis reumatoide, lupus eritematoso…). “Estos agentes no parecen causar la enfermedad, sino que lo que probablemente hacen es despertarla. Aunque aún no se sabe con certeza, es posible que una respuesta anormal a los factores que producen estrés desempeñen un papel muy importante”.

El  diagnóstico de fibromialgia se realiza en aquellos pacientes con un cuadro de dolor osteomuscular generalizado, de varios meses de evolución, en los que se han excluido otras posibles causas del mismo. No hay un tratamiento estándar y éste debe adecuarse a las características del paciente.

Dado que afecta a muchas facetas de la vida del paciente, los especialistas de Clínica hablan de abordar el tratamiento de la fibromialgia desde un punto de vista multidisciplinar:

  • Evitar los factores que agravan los síntomas.
  • Adecuar los hábitos de vida y costumbres a las limitaciones que puedan producir dolor y cansancio.
  • Fortalecer la musculatura con ejercicio físico.
  • Realizar tratamientos locales como masajes, ejercicios de estiramiento muscular, calor focalizado, y en ocasiones, algunos tipos de electroterapia o “corrientes”.
  • Aplicar, bajo prescripción médica, determinados tratamientos que mejoran los síntomas: calmantes, analgésicos, anestésicos locales, entre otros muchos.
  • Cambiar la mentalidad, generar y buscar ambientes familiares relajados y libres de exigencias constantes.

“El futuro del tratamiento de esta enfermedad es esperanzador, ya que las investigaciones sobre fibromialgia están progresando con rapidez. Es cuestión de tiempo que estos adelantos se traduzcan en tratamientos más eficaces”, señalan los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.