La epicondilitis, también conocida como el codo del tenista, es una enfermedad del codo.
“La epicondilitis es una afección extraarticular caracterizada por dolor en la cara externa del codo, en la región del epicóndilo. Su causa es una degeneración de la inserción de los tendones y no se trata realmente de una inflamación”, explican desde Clínica Universidad de Navarra.
Pese a su nombre, no se trata de una afectación exclusiva del tenista o de aquellos profesionales o amateurs que practican disciplinas deportivas similares, como pádel o golf: “Aparece por exceso de uso, o al repetir los mismos movimientos una y otra vez. Por eso, es muy frecuente en personas entre los 30 y 50 años, y presente en muchas profesiones”, detallan.
¿Qué síntomas produce?
La epicondilitis aparece al realizar movimientos de extensión de la muñeca y mano, al coger objetos o manipularlos haciendo fuerza.
Estos síntomas se caracterizan por dolor punzante en la cara externa del codo extendido, a menudo, hacia la región lateral del antebrazo.
“En la exploración física suele encontrarse un punto doloroso a nivel del epicóndilo y el tendón conjunto de los extensores. La movilidad es completa y la radiografía no pone de manifiesto ninguna lesión”, añaden.
¿Cuál es el tratamiento del codo del tenista?
En la fase inicial, el objetivo es aliviar el dolor que esta afectación puede producir.
“Para ello se aplica frío en la parte externa del codo. Con una crema antiinflamatoria se masajean suavemente la región externa de codo y antebrazo. Puede combinarse con la toma de antiinflamatorios por vía oral. En la medida de lo posible se hace reposo evitando realizar esfuerzos o movimientos repetitivos. En el momento de trabajar manualmente, el paciente puede ayudar usar una muñequera con barra palmar”.
Los especialistas de Clínica recomiendan también el uso de brazalete con cinta de sujeción proximal de antebrazo. Su función es minimizar las cargas en su origen y aliviar el dolor.
“En el caso de deportistas, conviene emplear una buena técnica, buen material de entrenamiento y realizar entrenamientos bien planificados, tanto de calentamiento y ejecución, como de estiramiento”.
Tras seguir estos procedimientos y no conseguir una evolución favorable, desde Clínica indican que “puede recurrirse a infiltraciones de la inserción epicondílea de los músculos extensores. Si esto también fracasara, puede recurrirse a la desinserción del origen de estos músculos”.
La fisioterapia es un tratamiento complementario importante a lo largo de la evolución. “Cuando ya no duele, se realizan ejercicios para mejorar la fuerza”, concluyen.
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