Una ampolla es una bolsita llena de líquido que se forma en la piel como una respuesta a la fricción, el calor o las infecciones. En concreto, “la ampolla se forma cuando las capas de la piel se separan y se llenan de líquido, ya sea suero o plasma sanguíneo. Puede variar en tamaño, desde pequeñas ampollas hasta más grandes y dolorosas”, indica Clínica Universidad de Navarra (CUN).

¿Por qué se producen las ampollas en los pies?

Las ampollas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, como las manos, los labios u otras zonas como espalda o abdomen, pero son especialmente frecuentes en los pies.

Esto se debe a la fricción que estas extremidades experimentan, causada por el roce repetitivo con superficies duras o ásperas, que hacen que la piel se irrite y aparezcan las ampollas. Por ello, las ampollas pueden aparecer por un calzado nuevo o que no se ajusta correctamente, por usar calcetines inadecuados… aunque también existen otros factores. Conocer las causas nos ayudará a tomar medidas preventivas y reducir su aparición. Los expertos de Clínica Universidad de Navarra detallan algunas de ellas:

  • Calor excesivo o la exposición prolongada a altas temperaturas, como caminar descalzo sobre superficies calientes o usar zapatos no transpirables.
  • Infecciones cutáneas. Una infección bacteriana o fúngica en los pies puede penetrar la capa superior de la piel y provocar la formación de ampollas.
  • Actividades físicas intensas. Efectuar acciones que requieren mucho esfuerzo físico, como practicar determinados deportes.
  • Quemaduras. Una quemadura con fuego o sustancias químicas, por ejemplo, puede dar lugar a la aparición de ampollas en la piel.
  • Picaduras de insectos. Las picaduras de determinados insectos, como algunos tipos de mosquitos o arañas, pueden dar lugar a la formación de ampollas.

¿Cómo evitar que salgan las ampollas de los pies?

Prevenir la aparición de ampollas es fundamental para evitar molestias y posibles infecciones en esta parte del cuerpo. Por ello, si han aparecido, han de tratarse adecuadamente para evitar complicaciones.

Aquí tenemos algunos consejos, ofrecidos por los expertos de Clínica Universidad de Navarra, que pueden resultar interesantes. “Es mejor prevenir que curar, ya que tratar las ampollas puede resultar incómodo y llevar tiempo de recuperación”:

  • Utilizar zapatos adecuados. Es importante elegir un calzado que quede bien, ni demasiado ajustado ni demasiado suelto, y asegurarnos de que hay suficiente espacio en el área delantera para evitar fricciones innecesarias. Además, es recomendable utilizar un calzado fabricado con material transpirable, como el cuero o tejidos técnicos. Si se trata de un calzado nuevo, usarlo durante un tiempo para ablandarlo gradualmente.
  • Usar calcetines adecuados. Elegir calcetines que absorban la humedad y eviten la acumulación de sudor en los pies como, por ejemplo, de algodón o de fibras sintéticas. Además, evitar que estén holgados o demasiado flojos. “Pueden provocar arrugas y pliegues, lo que incrementa la fricción y el riesgo de ampollas”.
  • Evitar la fricción. Si vamos a realizar actividades que pueden provocar fricción entre los pies y el calzado, como caminar largas distancias o hacer determinadas actividades deportivas, es recomendable aplicar vaselina o polvos de talco en los puntos de mayor roce. Otra opción es usar protectores especiales.
  • Cuidar los pies. Mantenerlos limpios y secos. Tras lavarlos, secarlos adecuadamente, especialmente entre los dedos. “La humedad en esa área puede contribuir al desarrollo de ampollas”.

Además, los expertos recomiendan utilizar plantillas a quienes tengan problemas de pies planos o arcos altos, y, para quienes son propensos a las ampollas, recomiendan como otra opción “usar dos calcetines finos en lugar de uno solo. Esto ayudará a reducir la fricción y absorberá mejor el sudor”.

¿Cómo curar las ampollas de los pies? ¿Debe reventarse?

Una vez que una ampolla se ha formado, es importante tratarla correctamente para curarla, pero sobre todo para prevenir posibles complicaciones. ¿Qué debemos hacer?

  1. Lavarnos las manos antes de manipular la ampolla.
  2. Limpiar la ampolla con agua tibia y jabón. No usar productos irritantes o antisépticos fuertes.
  3. Si la ampolla no está infectada y no causa molestias importantes, es mejor dejarla intacta. “La piel que la cubre actuará como una barrera protectora y facilitará su cicatrización”.
  4. Si la ampolla está causando dolor o molestias, se puede drenar el líquido interior.

¿Qué pasos se han de seguir?

  • Limpiar la zona de la ampolla con agua tibia y jabón.
  • Sumergir una aguja limpia en alcohol o agua oxigenada para desinfectarla.
  • Con cuidado, realizar una pequeña punción en el borde de la ampolla para permitir que el líquido drené. No retirar la piel que la recubre, esta “ayudará a proteger la zona y prevenir infecciones”.
  • Una vez drenada, lavar la ampolla nuevamente con agua tibia y jabón para eliminar posibles residuos y aplicar un ungüento antibiótico o vaselina.
  • Cubrir la ampolla con una venda de gasa estéril, para protegerla de la fricción y prevenir infecciones secundarias.
  • Mantener la venda limpia y seca. Cambiarla regularmente para evitar contaminaciones y facilitar la cicatrización.
  • Evitar reventar o despegar la piel que cubre la ampolla, “esto puede aumentar el riesgo de infección y retrasar la curación”.

¿Qué hacer si una ampolla se infecta?

Lejos de ser una simple molestia, las ampollas en los pues pueden producir complicaciones mayores e infecciones si no se atienden adecuadamente.

Cuando una ampolla se infecta, produce síntomas como “enrojecimiento alrededor de la ampolla, aumento del dolor, calor y sensibilidad en el área, así como la presencia de pus o líquido de mal olor que sale de la ampolla”. En estos casos es imprescindible buscar atención médica de inmediato.

Bacterias, hongos u otros microorganismos pueden producir una infección en la ampolla, ya que pueden penetrar a través de la piel dañada. De no tratarse adecuadamente, “la infección puede propagarse y resultar en complicaciones más serias, como celulitis o abscesos. En los casos más graves, una ampolla infectada puede llevar a la formación de úlceras o llagas abiertas en la piel. Estas úlceras pueden ser dolorosas y tardar más tiempo en sanar, aumentando así el riesgo de infecciones secundarias. Si se sospecha de una infección en una ampolla, se recomienda buscar atención médica lo antes posible. Un médico podrá evaluar la situación y prescribir el tratamiento adecuado, como antibióticos orales o tópicos, para controlar la infección y prevenir complicaciones adicionales”, señalan los expertos.

Por otro lado, si se presentan ampollas de manera recurrente, y sin que exista una causa aparente, “es recomendable consultar a un especialista en podología para un diagnóstico y tratamiento adecuados”, concluyen desde CUN.