La piel, con su capa externa denominada epidermis, la dermis y el tejido celular subcutáneo, nos protege de agresiones externas y de los múltiples gérmenes nocivos que existen en el ambiente. El estafilococo es uno de los agentes más comunes y responsable de la mayor parte de las infecciones cutáneas.
Existen varios tipos de heridas y el tratamiento más adecuado dependerá de cómo nos la hayamos hecho. No obstante, aunque se trate de una lesión pequeña, siempre es recomendable tratarla, aunque parezca una menudencia, ya que en caso de infección cualquier herida puede suponer un problema importante para la salud.
Cuando una herida se infecta, la piel se vuelve roja, edematosa y caliente, dando lugar a una secreción de aspecto sucio y maloliente. “La causa más frecuente es una mala limpieza de la misma. Por ello, la principal prevención reside en una adecuada limpieza y eliminación de cuerpos extraños, así como evitar el contacto con la suciedad. Ésta es la principal razón para proteger o vendar una herida, sin que se produzca su maceración. Un ambiente cerrado y poco transpirable puede facilitar el crecimiento de gérmenes más agresivos, como ocurre cuando una herida se cierra en «falso» o está situada en un pliegue de la piel”, explican los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
La falta de oxígeno favorece el crecimiento de estos gérmenes denominados anaerobios, y la maceración de ésta, por humedad y secreciones, puede facilitar el anidamiento de hongos sobre la misma.
¿Cómo curar una herida?
El tratamiento de una herida pasa por una limpieza con eliminación de cualquier material o tejido necrótico. Para conseguirlo se puede aplicar agua a presión sobre la herida.
Después, “los antisépticos son útiles si son aplicados correctamente y durante un tiempo suficiente (de 5 a 10 minutos). El agua oxigenada destruye los gérmenes de forma eficaz por la acción del oxígeno”, detallan los expertos.
También, el alcohol es capaz de eliminar la capa protectora de muchas bacterias, debilitándolas y favoreciendo su destrucción.
En el caso de aplicar alcohol o agua oxigenada es importante vigilar su caducidad y la buena conservación del envase.
Por otro lado, el uso de antibióticos debe ser evaluado por un facultativo. La presencia de una infección en la herida dificulta su cicatrización. Por eso, el especialista debe decidir la conveniencia de su utilización por vía tópica (para infecciones leves o no complicadas) u oral (ya que, en ocasiones, es la única forma de que llegue correctamente a la zona infectada).
Si se tapa la herida, solo hemos de hacerlo para protegerla de la suciedad o el roce, o, en caso de que sangre, para evitar una hemorragia. “Para ello podemos emplear vendas o paños limpios hasta que sea valorada por un servicio médico. Si la herida es amplia, puede exudar un líquido seroso que al contacto con el aire se vuelve pegajoso. En estos casos, no aplicar algodón o tejidos filamentosos sobre la herida. Vigilar periódicamente la herida por si apareciera cualquier signo de infección, sobre todo si tiene que estar cubierta o está oculta por algún pliegue”, recomiendan desde el centro.
Por último, las personas inmunosuprimidas o con una mala vascularización de la piel, como los diabéticos, deben ser especialmente prudentes a la hora de curar una herida. En estos casos, la prevención pasa por evitar la aparición de cualquier herida, manteniendo en buen estado la piel (eliminando durezas, hidratándola adecuadamente, etc.).
¿Cuándo debo ir al médico por una herida?
Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra enumeran los siguientes escenarios en los que se ha de acudir a un servicio médico si una herida no se cura bien o muestra signos preocupantes:
- Hinchazón o enrojecimiento muy doloroso alrededor de la herida.
- Líquido sucio y maloliente.
- Cuando el fondo de la herida deja de tener un aspecto rojo o «carnoso», apareciendo en su lugar un tejido de aspecto desvitalizado, blanco o verdoso.
- Presencia de pus. Significa que la lesión está infectada y, si no se elimina, no se curará. Su limpieza ha de realizarla un especialista, debido al riesgo de favorecer la extensión de la infección o incluso el paso de gérmenes a la sangre.
- Vigilar con atención las infecciones situadas en la región perinasal, por la proximidad de vasos que se comunican con el sistema circulatorio (sobre todo venoso) del cerebro, y las que se encuentran cerca de un hueso (antepierna), por el riesgo de que la infección se propague hacia esa zona (osteomielitis).
Una de las agresiones a la piel más comunes son las quemaduras. En el post “¿Qué hacer ante una quemadura?” los especialistas de Clínica Universidad de Navarra ofrecen consejos de actuación.
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