Con las nuevas tecnologías surgen también nuevos hábitos, como por ejemplo el ‘vamping’ o utilizar las nuevas tecnologías antes de dormir.
Se trata de una costumbre cada vez más extendida, especialmente entre los adolescentes, pero tiene efectos negativos para nuestra salud.
“La luz de las pantallas afecta a la calidad del sueño, a nuestro rendimiento y nuestro peso”, advierten los especialistas de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra quienes añaden que “la alteración del sueño reduce la calidad del mismo y aumenta el apetito, ya que aumenta la sensación de hambre e induce a comer más, sobre todo dulces”.
¿Por qué la luz de las pantallas tiene efectos negativos?
El problema de usar pantallas antes de dormir reside en la luz azul de onda corta emitida por estos aparatos electrónicos.
Para conciliar el sueño, nuestro cuerpo segrega melatonina, que es la hormona que regula el ciclo del sueño. El cerebro comienza a producir esta hormona aproximadamente dos horas antes de irnos a dormir.
“Sin embargo, si utilizamos aparatos electrónicos con luz, el cerebro entiende que aún es de día y no segrega esta hormona, ya que la luz detiene la producción, por lo que retrasamos el inicio del sueño y dormimos menos horas, lo que llamamos insomnio tecnológico”, explican los especialistas de Clínica.
Esto afecta especialmente a los niños y adolescentes: “Diversos estudios muestran que la falta de sueño provocada por el uso de las pantallas perjudica en mayor medida a los niños, ya que la producción de melatonina se reduce hasta un 90% más que en el adulto”.
La luz de las pantallas aumenta el apetito y el peso
Además de influir en la cantidad y en la calidad del sueño, la alteración en la segregación de la melatonina influye en el apetito.
“La luz de las pantallas inhibe la producción de la melatonina, por lo que aumenta la producción de neuropéptidos, que estimula nuestro apetito y la apetencia por alimentos más grasos y dulces. Por eso, si no respetamos nuestros ciclos de sueño y, además, utilizamos pantallas antes de dormir, alteramos el proceso natural, por lo que tenemos más hambre, nos apetecen más dulces y, por tanto, engordamos más”, añaden.
Diversos estudios demuestran que dormir entre tres y cinco horas menos de lo habitual lleva a ingerir 385 calorías más al día, lo que conlleva un aumento de peso si se produce de forma prolongada. Además, la reducción de horas de sueño provoca que aumente el cansancio, que no estaremos tan activos, y ello también afecta al peso.
“Al dormir, no solo importa la cantidad de horas, si no la calidad de nuestro sueño en todas las etapas. Es necesario descansar adecuadamente para rendir con eficacia, pensar con claridad, asentar la memoria y reaccionar con agilidad. Pero, además, un sueño óptimo previene de sufrir enfermedades como infartos, ictus o depresiones”, señalan desde Clínica Universidad de Navarra.
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