Un tumor óseo aparece por la proliferación anormal de una estirpe determinada de células dentro de un hueso.
Se desconoce la causa que produce la mayoría de los tumores óseos del esqueleto. No obstante, desde la comunidad científica entienden que su origen está en alguna alteración de los genes que controlan la multiplicación de las células.
“En algunos sarcomas, se conoce la alteración genética concreta que los ha producido, lo que permite su diagnóstico y pronóstico de estas lesiones, e incluso conocer si ese sarcoma tiene mayores o menores posibilidades de responder al tratamiento”, expone los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
Cada tipo de familia celular puede originar un tumor distinto. Por ello, el diagnóstico precoz y en el inicio temprano del tratamiento inciden en la supervivencia e incluso su curación.
¿Quién puede padecer un tumor óseo?
En general, los tumores óseos son pocos frecuentes. Cuando aparece en el esqueleto se debe a la aparición de metástasis de otros cánceres, como el cáncer de mama, pulmón, riñón, o tiroides, más que al desarrollo de un tumor propiamente óseo.
No obstante, y aunque su incidencia es baja, sí que son más frecuentes en niños y adolescentes en la etapa del crecimiento, y suponen el 5% de los tumores que se presentan en la edad pediátrica. Los más frecuentes son el osteosarcoma y el sarcoma de Erwing.
Signo de alerta
El dolor en una extremidad es su síntoma más significativo del tumor óseo. “Suele ser constante, también por la noche, de modo que despierta al paciente”.
La localización más frecuente es la rodilla de un niño en crecimiento, aunque también puede aparecer en los huesos del tronco o en la pelvis y, en ocasiones, también aparece un bulto que crece rápidamente.
Los síntomas duran unas pocas semanas o meses y, a diferencia de los tumores benignos, crecen rápidamente.
Diagnóstico y tratamiento de los tumores óseos
Para el diagnóstico de este tipo de tumores, la historia clínica es imprescindible, así como pruebas diagnósticas adicionales como radiografías, resonancia magnética, que mide la extensión local de la lesión en casos de sarcomas; escáner o TAC, y en ocasiones gammagrafía ósea y PET.
Otra prueba complementaria es la biopsia, que “puede tener importantes consecuencias pronósticas y terapéuticas y, por tanto, debe realizarla siempre el equipo que tratará de forma definitiva al paciente”.
Por otro lado, el tratamiento del tumor varía en función de su tipología. En el caso de los tumores óseos malignos, los especialistas de Clínica aplican cirugía, quimioterapia y en ocasiones radioterapia. “Actualmente, las posibilidades de mantener la extremidad sin amputar son muy elevadas”, afirman.
En los tumores óseos benignos, como por ejemplo el osteoma osteoide propio de niños y adolescentes, “la extirpación quirúrgica ha sido el tratamiento habitual. Sin embargo, está en auge el tratamiento percutáneo bajo control de TAC: resección percutánea o termocoagulación por radiofrecuencia”. Este abordaje reduce el riesgo quirúrgico, facilita la localización más exacta de la lesión y ofrece ventajas en la recuperación del paciente -es más rápida, no requiere inmovilización ni uso de muletas-.
Tumores de partes blandas
Un bulto en las partes blandas de una extremidad es el signo más frecuente de este tipo de tumor. Pueden aparecer en músculo, ligamentos, grasa o vasos sanguíneos, entre otros, habitualmente de una extremidad.
“Los tumores de partes blandas son infrecuentes y existen pocos centros expertos. El retraso en el diagnóstico, la aparición de una recidiva o metástasis puede empeorar el pronóstico”, indican desde Clínica Universidad de Navarra.
En este caso, también se aplica la resonancia magnética para su diagnóstico y, de confirmarse la lesión, se realiza biopsia. Cuando es agresivo, se realiza también un TAC torácico para descartar metástasis pulmonar.
Su tratamiento es quirúrgico y Clínica Universidad de Navarra es “uno de los pocos centros acreditados en Europa para realizar la hipertermia con TNF, que ha demostrado una alta tasa de control local de la enfermedad”, explican desde el propio centro.
Asimismo, aplican braquiterapia y están desarrollando importantes líneas de investigación en biología molecular enfocadas a su diagnóstico.
¿Cuál es el pronóstico de los tumores óseos?
“El tipo de tumor, la localización, el tamaño, la presencia o no de metástasis en el momento del diagnóstico, la respuesta del tumor a la quimioterapia, etc. son factores de gran importancia para poder establecer un pronóstico”.
Por ello, un diagnóstico temprano, en un centro experto, y un rápido inicio del tratamiento son factores que pueden lograr conservar la extremidad, mayor supervivencia del paciente, e incluso conseguir su curación. “En Clínica Universidad de Navarra, la tasa de supervivencia del osteosarcoma se sitúa en el 74% a los 10 años, con una tasa de conservación de la extremidad superior al 90%. Y en el caso del osteoma osteoide, el tratamiento percutáneo bajo control de TAC ha permitido la curación después del fracaso de la intervención abierta. Lo mismo ocurre con la cirugía conservadora de tumores de partes blandas, que en muchos casos consigue la curación”, señalan desde Clínica Universidad de Navarra, centro español con más de 30 años de experiencia en el tratamiento de estos tumores y el de mayor experiencia en estas enfermedades.
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