Silencioso, sin hacer ruido, el glaucoma va quitando la visión del paciente sin que éste se dé cuenta. Por eso, se le conoce como ‘el ladrón de la visión’.
El glaucoma es una enfermedad del ojo que se produce cuando aumenta la presión dentro del globo ocular, por el fallo en la salida del humor acuoso. Este aumento de presión produce daño en el nervio óptico y puede causar a largo plazo la pérdida de visión.
En la mayoría de los casos esta alteración es gradual e indolora, por lo que muchos pacientes no la perciben hasta que es permanente e irreversible. Sin el tratamiento apropiado, el glaucoma puede conllevar ceguera.
Esta patología ocular afecta a más de un 3 % de la población y es, junto a la diabetes, “la principal causa evitable de ceguera en España”, tal y como destaca la Sociedad Española del Glaucoma.
Incide principalmente en personas mayores de 40 años y tiene una alta predisposición genética, por lo que puede afectar a personas con antecedentes familiares. También hay otros factores como pacientes con miopía alta, pacientes en tratamiento con corticoides, diabetes, dispersión pigmentaria o proceso de pseudoexfoliación.
¿Cuáles son los síntomas del glaucoma?
Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra señalan cinco signos principales:
- Pérdida del campo de visión periférico.
- Pérdida de visión central.
- Halos de luz o colores alrededor de las luces brillantes.
- Dolor de cabeza o dolor ocular.
- Náuseas o vómitos.
Tipos de glaucoma
- Glaucoma de ángulo abierto. Es el tipo de glaucoma más frecuente.
- Glaucoma de ángulo cerrado. Suele afectar a un solo ojo, y las náuseas y vómitos son síntomas frecuentes.
- Glaucoma secundario: cuando el ojo padece una infección, inflamación o catarata.
¿Cómo se diagnostica?
El glaucoma se diagnostica cuando aparecen signos característicos de daño en el nervio óptico y se descartan otras causas, como por ejemplo la esclerosis múltiple. Entre otras pruebas, se realiza la medición de la presión ocular mediante la tonometría (superior a 21 mm Hg) o la exploración del nervio óptico, mediante la oftalmoscopia.
La prevención es fundamental frente al glaucoma. “La importancia de la detección precoz del glaucoma radica en que el daño producido por la enfermedad es irreversible. Además, en sus primeras fases es asintomático y los signos por esta dolencia solo son detectables por parte del paciente en las etapas más avanzadas. Sin embargo, en la consulta podemos detectar su presencia antes de que los síntomas aparezcan”, explica la Dra. Miriam de la Puente, especialista del Departamento de Oftalmología de Clínica Universidad de Navarra.
¿Cuándo han de realizarse las pruebas de detección del glaucoma?
Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra señalan que toda persona que presente factores de riesgo elevados debe someterse a un examen oftalmológico completo, todos los años o cada dos años, una vez cumplidos los 35 años.
En la población general, la frecuencia con la que se realizan las pruebas de detección del glaucoma varía en función de la edad:
- Antes de los 40 años se realiza cada dos o cuatro años.
- Entre los 40 y los 64 años se suele hacer cada uno o dos años.
- Después de los 65 años la prueba se hace cada seis o doce meses.
Tratamiento del glaucoma
El tratamiento médico del glaucoma consiste en instilarse gotas en colirio para bajar la presión ocular. La mayoría de gotas han de usarse 2 ó 3 veces al día durante toda la vida.
Si al cabo del tiempo no se toleran bien, el paciente debe ser tratado con láser o ser operado.
La técnica quirúrgica más empleada es la trabeculectomía láser, ya sea perforante o no perforante. Un procedimiento ambulatorio que consiste en buscar una nueva salida de humor acuoso del ojo hacia el exterior. También en los casos de glaucoma más avanzados, se indica la ciclofotocoagulación con láser díodo. Al tratarse de una dolencia crónica, requiere de diversas intervenciones a lo largo del tiempo que buscan enlentecer la progresión de la enfermedad.
¿Cómo se puede prevenir el glaucoma?
Para prevenir esta patología es imprescindible controlar los factores de riesgo con algunos cambios en el estilo de vida: dejar de fumar, hacer una buena dieta de verduras, disminuir el exceso de carbohidratos, aumentar el consumo de alimentos con vitaminas antioxidantes, etc. «Muchos de estos factores hacen que la enfermedad se retrase o se desarrolle más lentamente. Una buena medicina supone siempre adelantarse a la enfermedad y prevenirla”, concluye el Dr. Javier Moreno, especialista del Departamento de Oftalmología de Clínica Universidad de Navarra.
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