Aunque puede presentarse en cualquier época del año, el otoño y el invierno son las dos estaciones en las que la neumonía hace acto de presencia.
La neumonía es una infección del pulmón que puede ser causada por múltiples microorganismos, como bacterias, virus y hongos.
Cualquier persona puede sufrir neumonía, pero existen diversos factores que determinan si una persona es más susceptible a una infección por unos microorganismos u otros.
“En personas sanas, la neumonía más común es la producida por una bacteria llamada neumococo (Streptococcus Pneumoniae) y que se denomina neumonía adquirida en la comunidad. En cambio, en personas ingresadas en centros hospitalarios, otras bacterias poco comunes en la comunidad son más frecuentes, y adquieren la llamada neumonía hospitalaria”, explican los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), esta enfermedad afecta cada año a más de 100.000 adultos, convirtiéndose en la sexta causa de muerte. En España provoca cada año entre 9.000 y 10.000 fallecimientos.
En países desarrollados es especialmente frecuente en niños y mayores de 65 años en países desarrollados, informa la Organización Mundial de la Salud (OMS). La existencia de más casos en personas mayores de esta edad se debe a que el sistema inmunitario se debilita con el tiempo y, además, disminuye el número de cilios, que son unos “pelillos” que recubren los bronquios y lo protegen.
En la Unión Europea, y tal y como destaca el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, España es el tercer país que más casos reporta al año.
La gravedad de esta enfermedad depende de la extensión del pulmón afectado, de tipo de germen que la cause, de la edad del paciente, y de las enfermedades que pueda padecer previas a la infección.
Síntomas de la neumonía
Al tratarse de una infección respiratoria aguda, la neumonía provoca la inflamación de uno o ambos pulmones.
Los síntomas que produce son variables y dependen del tipo de germen causante de la enfermedad. En rasgos generales, los pacientes afectados presentan:
- Fiebre con escalofríos.
- Dolor torácico.
- Tos con expectoración purulenta o esputo.
- Dificultad respiratoria.
- Alteración del nivel de conciencia, con sensación de confusión.
- Malestar general, dolores articulares y musculares, y cansancio.
En personas mayores, pueden aparecer signos menos llamativos como fiebre poco elevada, tos escasa y alteración del comportamiento.
“Si la neumonía es extensa, o hay una enfermedad pulmonar o cardiaca previa, puede aparecer dificultad respiratoria. Además, si los gérmenes pasan a la circulación sanguínea producen una bacteriemia que puede conducir a un «shock séptico«”, indican.
¿Qué causa la neumonía?
Las neumonías ocurren cuando un germen infeccioso invade el tejido pulmonar.
“El mecanismo más frecuente de la neumonía es el paso de bacterias, que habitualmente conviven en la boca, a la vía respiratoria baja y esta situación suele venir precedida por un cuadro viral que facilita la entrada de bacterias”, exponen desde Clínica.
Este paso de las vías respiratorias altas a las bajas puede producirse al debilitarse las defensas del organismo por diversos motivos como el consumo de tabaco, las enfermedades pulmonares crónicas, el alcoholismo, la desnutrición, etc. Los gérmenes alcanzan el pulmón y producen infecciones.
Otros microorganismos alcanzan el pulmón desde el aire inspirado, como ocurre en las neumonías causadas por Micoplasma pneumoniae, Coxiella burnetti (fiebre Q), Legionella pneumophila o virus.
También, algunos gérmenes pueden proceder de otra región del organismo, vías biliares, sistema urinario, válvulas cardíacas, etc., y alcanzar el pulmón a través de la circulación sanguínea.
“Las neumonías que se adquieren en los hospitales, llamadas también intrahospitalarias o nosocomiales tienen por lo general mayor gravedad y características diferentes”, añaden desde el centro.
Diagnóstico y tratamiento
Para la detección de la neumonía, los especialistas requieren de una radiografía del tórax y, en función de la gravedad de la neumonía o la falta de respuesta al tratamiento, se precisa de otras pruebas complementarias para identificar el tipo de germen causante de la infección y el tipo de gravedad como cultivo de muestras respiratorias o de sangre, broncoscopia, serología o punción pulmonar.
El tratamiento de la neumonía debe ser inmediato. Habitualmente, requiere de 7-10 días de antibiótico y reposo. El tipo de antibiótico depende del germen que se sospecha, la gravedad de la neumonía y las características del paciente. Normalmente no requiere ingreso hospitalario.
“No obstante, si hay otras enfermedades añadidas, derrame pleural, la propia gravedad de la neumonía, o que el paciente no ha respondido a un tratamiento inicial, éste requiere de ingreso en un centro hospitalario para seguir el tratamiento. En casos severos, pueden requerir intubación y conexión a un respirador e ingreso en una unidad de Cuidados Intensivos”, detallan y añaden que “si existen factores de gravedad, debe hacerse un ingreso hospitalario e iniciar tratamiento intravenoso con antibióticos y otros medicamentos que puedan requerirse”.
¿Se puede prevenir la neumonía?
El factor principal de la infección es un proceso viral o gripal. Por ello, “la vacunación anual antigripal es recomendable en todas aquellas personas con mayor riesgo como mayores de 65 años, pacientes con enfermedades bronquiales o pulmonares crónicas, enfermedades renales, cardiacas o hepáticas crónicas”.
Asimismo, la vacunación con vacuna antineumocócica evita la aparición de neumonías con bacteriemia causadas por neumococo.
“Su uso es recomendable en personas mayores de 65 años o mayores de 2 años con enfermedad cardiovascular o pulmonar crónica, alcoholismo, enfermedad hepática crónica, ausencia de bazo por cirugía o traumatismo, o pérdidas de líquido cefalorraquideo, así como personas con inmunodeficiencias, cáncer generalizado, insuficiencia renal crónica o quienes han recibido un trasplante”. Las personas que padecen asma, bronquitis crónica o bronquiectasias deben iniciar tratamiento antibiótico precozmente cuando aparecen síntomas de infección respiratoria, siempre pautado por un especialista.
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