Dormir bien es clave para su salud. Existe una relación directa y bidireccional entre ambas: cuando una persona duerme mal durante un cierto periodo, se producen alteraciones físicas y mentales que pueden derivar en enfermedad. El sueño es imprescindible para un buen estado físico y mental.
Cuando dormimos, no solo importa la cantidad de horas, si no la calidad de nuestro sueño en todas las etapas. «Necesitamos descansar para rendir adecuadamente, pensar con claridad, asentar la memoria y reaccionar con agilidad. Pero, además, un sueño óptimo previene de sufrir enfermedades como infartos, ictus o depresiones«, señalan los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
Dormir puede ser el mejor momento del día para muchas personas, pero puede convertirse en una pesadilla para otras, quienes no consiguen alcanzar ese estado de paz, relax y descanso. El insomnio es uno de los trastornos más frecuentes, y se caracteriza por la dificultad de iniciar y mantener el sueño. Una tercera parte de la población española lo sufre.
Aunque el sueño cambia conforme pasan los años, volviéndose más ligero y con despertares nocturnos, es importante saber si los cambios se deben a la edad o se trata de este trastorno.
Decálogo para evitar el insomnio
¿Qué hacer para conseguir dormir adecuadamente? Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra ofrecen los siguientes consejos:
- Acostarse todos los días, más o menos, a la misma hora. El objetivo es dormir un número estable de horas (7,5-8 h). También, levantarse a una hora fija, para establecer un ciclo sueño-vigilia.
- Siesta sí, pero de 30 minutos.
- Realizar ejercicio físico, pero no practicarlo justo antes de ir a dormir.
- Habitación con condiciones óptimas: ni frío ni luz. Puede ser útil, antes de irse a dormir, tomar un baño o una ducha con agua caliente, beber un vaso de leche templada o una infusión caliente.
- Si tras 30 minutos en la cama no se consigue conciliar el sueño, es recomendable realizar alguna actividad relajante como leer un libro, escuchar música suave o practicar técnicas de relajación (con ejercicios de respiración profunda y relajación de los músculos). Sobre todo, hemos de evitar permanecer en la cama preocupados, nerviosos o dando vueltas intentando dormir.
- Cena ligera y no acostarse inmediatamente después de haber cenado. Evitar beber desde media tarde bebidas estimulantes como café, té o bebidas con cola.
- Usar el dormitorio exclusivamente para dormir. No utilizarlo para ver la televisión, escuchar la radio o comer.
- No es recomendable resolver los problemas antes de acostarse por el esfuerzo intelectual que hay que realizar.
- Los medicamentos para el insomnio pueden ser peligrosos si no se utilizan correctamente. Nunca mezclarlos con alcohol ni tomarlos durante largos periodos de tiempo, ni aumentar la dosis sin una prescripción médica.
- Si duerme otra persona con usted y ésta ronca, puede ser conveniente dormir unos días en otra habitación, hasta que el sueño se normalice.
Por último, desde Clínica, los expertos recomiendan poner el despertador todos los días a la misma hora y no utilizar el botón de ‘snooze’ para retrasar la alarma: «El sueño tiene diferentes fases que constituyen los ciclos de sueño. Cada ciclo acaba en sueño REM. Esta última fase se caracteriza por tener una actividad cerebral similar a la de vigilia y el despertar espontáneo desde esta fase es frecuente, con la ventaja de que nos despertamos mucho más despejados, independientemente de la hora. En otras fases, especialmente desde sueño profundo, la inercia de sueño es más prolongada y nos encontramos cansados y adormilados. Pero el despertador no entiende de esta lógica y nos puede despertar en periodos donde la inercia de sueño, un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, es más prolongada. Utilizar el snooze conseguirá que se prolongue aún más», concluyen.
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