La anemia se produce cuando disminuye el número de glóbulos rojos (o hematíes) en sangre o en los niveles de hemoglobina respecto a los valores normales.
“La principal función de los glóbulos rojos es el transporte de oxígeno en la sangre y su liberación en los distintos tejidos. El oxígeno se transporta en el interior del hematíe unido a la hemoglobina”, explican los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
Esta patología afecta al 24,8 % de la población mundial, 1.620 millones de personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Síntomas de la anemia
El cansancio es uno de los síntomas más conocidos de la anemia ligera, que también puede producir palidez cutánea, taquicardia o dificultad respiratoria.
“La anemia puede instaurarse de forma aguda o crónica y los síntomas son distintos en función, precisamente, de la rapidez con que aparezcan. En anemias que se desarrollan a lo largo de un periodo de tiempo muy largo, el organismo adapta sus sistemas a esa anemia y el enfermo puede tener muy pocos o casi ningún síntoma, especialmente si no realiza habitualmente ejercicio físico”, exponen desde Clínica.
Cuando la anemia se hace más intensa, estos síntomas se acentúan. Aparecen con esfuerzos pequeños, pero también incluso en reposo. Pueden aparecer también dolores de cabeza y, en pacientes con enfermedad cardiovascular, puede desencadenar una angina de pecho. “Si los órganos del cuerpo no tienen suficiente oxígeno se pueden infartar”.
En otros casos graves, cuando la anemia se instaura de forma muy brusca, como en las hemorragias agudas, los síntomas dependen sobre todo de la pérdida de volumen sanguíneo en el interior de los vasos “y pueden desarrollarse distintos grados de colapso vascular, palidez, sudoración, taquicardia e hipotensión arterial, pudiendo llegar a peligrar la vida del enfermo”.
La anemia en embarazadas es especialmente importante. “Los bebés pueden nacer pequeños y de bajo peso”, afirman.
¿Por qué se produce?
La anemia puede ser un síntoma de una enfermedad hematológica o una manifestación secundaria de otras enfermedades.
Desde Clínica Universidad de Navarra, explican que los glóbulos rojos pueden disminuir por tres motivos y que aparezca la anemia:
- Al no producirse suficientes glóbulos rojos. Aparecen en las aplasias medulares, en la infiltración de la médula ósea por tumores, en la anemia producida por déficit de hierro, en la anemia que acompaña a muchas enfermedades crónicas, como las reumáticas, y en la enfermedad que se asocia a la insuficiencia renal crónica.
- Trastorno en la maduración de los glóbulos rojos en la médula ósea donde se forman. Se dan en las anemias asociadas a déficit de vitamina B12 o de folatos, enfermedades hematológicas como las anemias refrectarias. Una dieta equilibrada aporta al organismo las vitaminas necesarias, pero la carencia de algunas de ellas puede dar lugar a anemia. En ocasiones, estos niveles pueden equilibrarse con suplementos vitamínicos y/o incrementado la ingesta de algunos alimentos, como en el caso de la ‘falta’ de vitamina B12. Desde Clínica Universidad de Navarra enumeran algunos alimentos que ofrecen un aporte de esta vitamina: conejo y liebre; sardinas; atún, bonito, caballa y otros (conservas en aceite o escabeche), jurel o chicharro; hígado; riñones; foie-gras y patés; mejillones; salmón; bacalao; boquerón; cerdo; huevos; leche de vaca (entera, semidesnatada y desnatada); queso en porciones; batidos lácteos; o queso manchego, cabrales y roquefort.
- Porque los glóbulos rojos se destruyen o se pierden a mayor velocidad. Puede producirse por la pérdida aguda de sangre que se produce en las hemorragias de cualquier tipo, por la hemólisis o rotura intravascular de los glóbulos rojos, y por las alteraciones de la membrana del hematíe o de la hemoglobina.
Tratamiento de la anemia
Además de los síntomas del paciente, los especialistas diagnostican la anemia mediante análisis que detectan la disminución de los niveles de hemoglobina o del número de glóbulos rojos.
Al poder producirse por distintos factores, es tan relevante dicho análisis y diagnóstico antes de iniciar cualquier tratamiento.
- Las anemias producidas por el déficit de hierro, vitamina B12 o ácido fólico se tratan mediante el aporte de estos elementos.
- Aquellas que son producidas por enfermedades inflamatorias crónicas mejoran con el tratamiento de la patología del paciente.
- No obstante, y en función de la extensión y gravedad de la anemia, puede ser necesario realizar un aspirado o una biopsia de la médula ósea.
“Ciertos tipos de anemia pueden ser graves, de larga duración e incluso potencialmente mortales si no se diagnostican y tratan”, indican desde el centro quienes añaden que “únicamente en aquellos casos en que una anemia brusca pueda suponer un riesgo para la vida del enfermo será necesario un reemplazo urgente mediante transfusiones de concentrados de hematíes provenientes de donaciones”.
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