Septiembre llegó. Para muchos supone el fin de unas fantásticas vacaciones y, con ello, la vuelta al cole.
¿Tendré amigos? ¿Aprobaré todas las asignaturas? ¿Seguirá mi profesora favorita dando clase? En medio de la vorágine de sentimientos encontrados, toca retomar las actividades y las palabras normalidad y rutina caen como un jarro de agua fría en los primeros días o semanas del curso.
Empatía y motivación para comenzar el curso
Cuando un niño no quiere ir al cole es importante escucharle, saber por qué, darle herramientas para superar las dificultades y explicarle los beneficios que obtendrá al ir: “¡Qué suerte, vas a ver a tus amigos!”, “Aprenderás mucho con este profesor”, “Vas a saber mucho inglés”… Si los padres transmiten entusiasmo, la actitud de los pequeños será positiva.
Un mensaje del tipo “yo tampoco quiero ir a trabajar y me aguanto” sólo conseguirá resignación y tristeza en el niño, pero no una actitud de reto y superación. Si restamos importancia a las dificultades y aspectos negativos, facilitaremos el afrontarlos con seguridad y optimismo.
4 consejos para afrontar la vuelta al colegio
Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra ofrecen una serie de claves para afrontar positivamente esta etapa y obtener mejores rendimientos:
- Trasmitir ilusión y entusiasmo: los niños deben saber que pueden disfrutar aprendiendo y, que en un futuro, ese conocimiento les hará mejores y más felices, aunque cueste esfuerzo. Deben unir el aprendizaje al esfuerzo y a la satisfacción de aprender, ser mejores y compartir conocimientos con los demás.
- Acompañarles en la adquisición de hábitos y rutinas estables: los niños necesitan estructura, horarios y rutinas. El colegio aporta estabilidad. Saben lo que tienen que hacer en cada momento y aprovechan el tiempo al máximo. Es importante tener los mismos hábitos en casa. Cuando lleguen de la escuela, es bueno que hagan un breve descanso para merendar y seguidamente ponerse con sus tareas. Los ordenadores y juegos siempre después de terminar sus deberes y preferiblemente reducidos al fin de semana. También es importante crear una rutina en el horario de irse a dormir.
- Compartir los momentos del niño. La ilusión de recibirles cuando lleguen, preguntarles cómo les ha ido, preparar el uniforme, el material y salir al paso de sus dificultades con los amigos o con las materias. Lo ideal es llenar el tiempo poco a poco y de manera progresiva.
- Acompañar al niño emocionalmente en sus éxitos, sus fracasos y superaciones tanto académicas como sociales, permite un desarrollo sano a medida que va creciendo y adaptándose a las exigencias propias de la edad. Hay que saber que el esfuerzo es positivo siempre que conseguimos llegar a una meta, que debe trazarse adaptándose a la capacidad y el ritmo del niño.
Si a pesar del acompañamiento emocional sano, las rutinas, los condicionantes favorables, el niño se resiste o sufre por ir al colegio, lo más prudente es pedir consejo a los especialistas para afrontar las dificultades. El tiempo no siempre lo cura todo.
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