La rotura del ligamento cruzado anterior es una de las lesiones más repetidas en los profesionales del deporte, especialmente aquellos que practican fútbol, esquí, o artes marciales, es decir, disciplinas que implican frenar y seguir repetidamente, cambios de dirección, saltos o serpenteos, o actividades de contacto.
Esta lesión se produce cuando el deportista realiza un giro de rodilla mientras el pie permanece fijo. Esta rotura afecta a la cinemática de la rodilla, produciendo episodios de inestabilidad que la inhabilitan para la práctica deportiva de alto nivel.
El tratamiento convencional consiste en una intervención quirúrgica, artroscopia de rodilla, en la que se sustituye el ligamento cruzado anterior desgarrado por un injerto de tejido del propio paciente, como el tendón rotuliano o los tendones de la pata de ganso, u otros obtenidos de donantes (aloinjertos).
El perfil de los pacientes suele ser personas jóvenes, activas y deportistas habituales. La reincorporación plena a la actividad deportiva tras la operación es tardía, hasta 6 meses después, tiempo necesario para que el nuevo ligamento adquiera la madurez y las propiedades mecánicas parecidas al original.
Técnica quirúrgica pionera para reparar el ligamento cruzado anterior
El ligamento cruzado es fundamental en el control y estabilización de la rodilla. En los últimos años, se han producido importantes avances y mejoras en las técnicas de fijación del nuevo ligamento y en el conocimiento de la mecánica del mismo.
En España, Clínica Universidad de Navarra fue el primer centro en realizar una intervención quirúrgica que consigue reparar el tejido de ligamento cruzado lesionado utilizando el propio tejido del ligamento lesionado.
El nuevo procedimiento se basa en el potencial de curación del propio ligamento cruzado, unido a la colocación de un implante que proporciona las condiciones de estabilidad para la curación biológica de la rotura del ligamento. De esta forma, se conserva el propio ligamento cruzado al suturarlo.
Una técnica quirúrgica desarrollada en Suiza, aplicada en destacados centros de este país y Alemania, y de manera pionera en España por Clínica Universidad de Navarra.
Además del tejido de soporte del ligamento, en el proceso de curación se recuperan las fibras nerviosas sensoriales alteradas por el trauma, restaurándose así la inervación del ligamento. Este aspecto ofrece a los pacientes la oportunidad de recuperar la propiocepción (sensibilidad profunda) original del ligamento cruzado anterior y por tanto de la rodilla, “un potencial curativo que ningún otro método de tratamiento actual puede ofrecer”, subrayan los especialistas de Clínica Universidad de Navarra.
Mejor postoperatorio y recuperación
Este tratamiento para el ligamento cruzado anterior, que utiliza el propio tejido del ligamento lesionado, aporta gran efectividad y ventajas terapéuticas respecto al procedimiento convencional.
Se considera adecuada para el tratamiento de pacientes atléticos activos y trabajadores cuya actividad requiere un alto grado de estabilidad y propiocepción (sensación profunda obtenida por los receptores del sistema osteoarticular y muscular).
Los especialistas de Clínica Universidad de Navarra destacan cuatro importantes ventajas de este procedimiento frente al procedimiento convencional, que son de especial relevancia para los pacientes intervenidos:
- Estabilización mecánica de la rodilla de forma inmediata.Permite una rehabilitación más temprana, promueve la autocuración de la rotura y restaura la sensación profunda o propiocepción.
- No toma tendones o injertos del propio paciente.Esto incide directamente en la reducción de la extensión de la cirugía, en un mejor control del dolor postoperatorio y en la inexistencia de debilitamiento de los músculos tomados como injerto.
- Menores costos socio-económicos.La discapacidad laboral tras la sutura ligamentosa dura de media menos tiempo que la reconstrucción clásica o convencional.
- Recuperación de la propiocepción (sensibilidad profunda) original. Para poder aplicar esta técnica, desde Clínica destacan que es necesario que el ligamento cruzado conserve la vitalidad y capacidad suficiente para poder realizar la sutura.
Esta circunstancia tiene más posibilidades de que ocurra durante las semanas inmediatamente posteriores a la lesión del ligamento. Por ello, recomiendan aplicar esta técnica dentro de las tres primeras semanas tras la rotura.
Se está investigando si este tipo de intervención podría aplicarse a roturas crónicas, para la reparación del ligamento en lesiones de más de tres semanas.
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