El origen de la enfermedad de Alzheimer y los motivos por los que, en el cerebro de los pacientes con esta patología, aumenta la producción de beta amiloide, la proteína que desencadena la dolencia, siguen siendo un misterio.

La comunidad científica ha estudiado hasta ahora los fragmentos de la Proteína Precursora Amiloide (APP), pero los resultados han sido muy desesperanzadores “porque esta proteína se procesa tan rápido que los niveles en el líquido cefalorraquídeo o en el plasma no reflejan lo que ocurre realmente en el cerebro”, resalta en su nota de prensa el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que destaca las palabras de Javier Sáez-Valero, investigador en el Instituto de Neurociencias de Alicante, mixto del CSIC, y la Universidad Miguel Hernández.

Ahora, un equipo español, liderado por Sáez-Valero y su laboratorio, han realizado un novedoso abordaje que se muestra muy prometedor: “Hemos descubierto que la glicosilación del precursor amiloide en el cerebro de enfermos de alzhéimer está alterada. Y por lo tanto está siendo procesado probablemente de una manera distinta. Creemos que esa manera distinta de procesado es lo que provoca que haya más beta-amiloide, y de que se desencadene la patología”, explica.

Los resultados de la investigación fueron publicados por la revista Alzheimer’s Research & Therapy.

Esperanzador hallazgo

El alzhéimer sigue siendo una enfermedad que no tiene cura. Sólo en España, más de un millón de personas la padecen y se espera que en las próximas décadas se triplique su incidencia.  

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año se diagnostican unos 40.000 nuevos casos de alzhéimer, una dolencia asociada a la edad ya que afecta a una de cada 10 personas mayores de 65 años y a una de cada tres a partir de los 85. No obstante, se estima que el 80% de los casos de alzhéimer leves están sin diagnosticar, y que también lo estarían entre el 30 y el 40 % de los casos totales.

“La glicosilación consiste en la adición de carbohidratos a una proteína. Este proceso determina el destino de las proteínas a las que se les ha añadido una cadena de glúcidos (glicoproteínas), que en gran parte serán secretadas o formarán parte de la superficie celular, como en el caso de la proteína precursora amiloide. La alteración de este proceso de glicosilación es el origen de diversas patologías, explican desde el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

En el caso del alzhéimer, los resultados del estudio sugieren que la disfunción de este proceso de glicosilación hace que la proteína amiloide, desencadenante de la patología, se procese de forma distinta y aumente su producción.

La glicosilación alterada podría determinar que la proteína amiloide se procese por la vía amiloidógena (patológica), dando lugar a la producción de la beta-amiloide, una pequeña proteína con gran tendencia a agruparse formando las placas amiloides características de la enfermedad de Alzheimer”, detallan desde el centro investigador.

De esta forma, “que la glicosilación del precursor amiloide esté alterada nos está indicando que ese precursor amiloide puede estar yendo a zonas de la membrana de la célula distintas de lo habitual, interaccionar con otras proteínas y por lo tanto ser procesado probablemente de una manera patológica”, explica el investigador.

Estudios anteriores han analizado los fragmentos amiloides de la proteína precursora amiloide en el líquido cefalorraquídeo, pero no han ofrecido buenos resultados para tenerlo en cuenta como un buen marcador diagnóstico.

Ahora, con estos nuevos resultados, los expertos plantean repetir los estudios realizados hasta la fecha y no sólo estudiando los diferentes tipos de fragmentos de la proteína beta-amiloide, sino también su glicosilación.

“Mirando la glicosilación hemos visto que, aunque los niveles totales no están alterados, hay una indicación de que la proteína se sintetiza de forma distinta y por lo tanto puede ser procesada de una manera diferente, dando lugar a la cascada tóxica que desencadena la enfermedad de Alzheimer, señala el experto.

El próximo paso en la investigación será el análisis en el líquido cefalorraquídeo de los fragmentos de la Proteína Precursora Amiloide centrados en su glicosilación. “Ahora mismo tenemos una nueva herramienta que nos puede servir a corto plazo para el diagnóstico. Con ella esperamos poder diagnosticar bioquímicamente en el laboratorio a los enfermos de alzhéimer”, concluye Javier Sáez-Valero.

Descubre el proyecto científico completo publicado el 21 de septiembre de 2020 haciendo clic aquí.