Practicado con moderación, el los efectos del deporte para el corazón son beneficiosos, aumentando su tamaño y disminuyendo las pulsaciones en reposo

La obsesión por el deporte y un estilo de vida más sano parece inundar anuncios, gimnasios y centros de alimentación. Esta última moda proclama múltiples beneficios para nuestra salud a la vez que nos garantiza más años de vida pero, ¿es bueno el deporte para nuestro corazón?

Para el doctor José Calabuig, especialista del Departamento de Cardiología de la Clínica Universidad de Navarra, el deporte siempre es beneficioso si lo practicamos con moderación, realizando ejercicio sin sufrir y disfrutando de ello.

La regla de oro que nos ayuda a conocer el límite

El límite está donde podemos mantener una conversación, pero estamos muy cerca de no poder hacerlo. Siempre se puede mantener una conversación a 5 km/h pero a 10km/h, no. Si caminamos a 8 km/h podemos hablar, pero nos empieza a costar porque no es un ejercicio muy ligero. Se trata de ir manteniendo una conversación pero en el límite más alto posible.

Ese estímulo sobre el corazón va a provocar que tienda a desarrollarse el denominado corazón de atleta. Esto supone varios beneficios para nuestra salud.

El corazón se hace un poco más grande: aumenta el volumen, el diámetro, disminuye la frecuencia cardiaca y lo que estamos haciendo es tener un corazón que late menos en reposo y late menos en ejercicio en su máximo que un corazón no entrenado. Cuando se deja de hacer ejercicio, el corazón es como un coche diesel que tiene un ralentí de 600 revoluciones/minuto. Se gasta menos, está ahorrando vida, consumo.

El corazón, un órgano que se adapta

Cuando realizamos ejercicio el oxígeno llega al corazón por las arterias coronarias para que él, en las mitocondrias, produzca energía. Si incrementamos el trabajo físico, el corazón tiene que bombear más oxígeno para esos músculos y necesita un aporte mayor de oxígeno.

A diferencia de un coche, en el cual los conductos por donde llega la gasolina no se pueden dilatar ni aumentar de tamaño, el corazón humano sí lo hace. Es capaz de aumentar el diámetro de las arterias coronarias por lo que aumenta el caudal. Ya quisieran los que fabricantes de coches tener el mecanismo de adaptación que tiene el corazón humano…

El maratoniano que no debía correr

Un buen ejemplo que ilustra el beneficio del ejercicio físico sobre el corazón es el caso del corredor de maratón, Clerence DeMar: cuando era joven, le prohibieron correr porque tenía alteraciones en el electrocardiograma y era malo para su salud.

No hizo caso de aquellas advertencias y corrió más de 1000 maratones, ganando unos cuantos en Boston. Murió a los 70 años debido a un cáncer de colon. Tras hacerle la autopsia, los médicos descubrieron que sus arterias medían 7, 8 y 9 mm (en un varón normal miden 3 mm) y estaban limpias sin arterioesclerosis.