El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que se caracteriza por la aparición de una sensación molesta, no dolorosa, y que crea en los pacientes la necesidad de mover las piernas cuando están en reposo, acostados o sentados. Esta sensación mejora al moverlas.

Se trata de una afección bastante desconocida, pero es relativamente frecuente ya que afecta a entre un 3% y un 15% de la población.

El síndrome de piernas inquietas puede ser idiopático o secundario. El secundario puede ser debido a neuropatías, pero también se observa cuando disminuyen los depósitos de hierro o en pacientes con insuficiencia renal por aumento de la urea. Se considera que en el síndrome de piernas inquietas idiopático debe existir alguna desregulación de la dopamina cerebral, ya que responde a fármacos dopaminérgicos.

No obstante, “en la mayoría de los pacientes no se detecta una causa concreta aunque en estos casos puede existir un componente de predisposición genética, ya que al menos una tercera parte de los pacientes tiene antecedentes familiares”, señalan desde Clínica Universidad de Navarra.

Los especialistas de Clínica indican además que el descenso de dopamina puede guardar relación, ya que es neurotransmisor cerebral necesario para la realización y coordinación de movimientos.

Causas del síndrome de piernas inquietas

Esta enfermedad puede aparecer a cualquier edad, aunque tiene mayor incidencia en mujeres de entre 40 y 50 años.

Además, también puede aparecer con mayor frecuencia en pacientes con diabetes, deficiencia de hierro, Parkinson, esclerosis múltiple, y en embarazadas. Además, puede tener un factor genético ya que en ocasiones se transmite de padres a hijos.

Tratamiento

El tratamiento debe dirigirse a la causa que lo produce, por ejemplo, tratando una posible deficiencia de hierro si se detecta”, indican desde Clínica.

En caso de que la causa sea desconocida, se suele recurrir a dopaminérgicos y a antiepilépticos.

Precisamente la efectividad de los dopaminérgicos, a la hora de reducir los síntomas, genera la sospecha de que la dopamina está relacionada con la aparición del síndrome. Otras alternativas son determinados fármacos antiepilépticos como la gabapentina, pregabalina, topiramato o la carbamazepina.