La Clínica Universidad de Navarra ha incorporado una nueva técnica para tratar la estenosis carotídea (estrechamiento de las arterias carótidas) que reduce el riesgo de ictus. Es una alternativa a los métodos utilizados hasta ahora, más segura y cómoda para el paciente, que solo se realiza en otros cinco centros hospitalarios europeos. La Clínica desarrollará esta técnica en los quirófanos híbridos de sus dos sedes, Pamplona y Madrid.
Estenosis carotídea e ictus
Las arterias carótidas están situadas en el cuello. Son los principales vasos que nutren de sangre el cerebro, por lo que tienen un papel fundamental y cualquier problema puede ser de alto riesgo.
La estenosis carotídea es un estrechamiento del vaso por la acumulación de placa aterosclerótica, que tiene que ver con el exceso de lípidos. Cuando esta se rompe y se desprende puede viajar a zonas del cerebro y causar problemas en la nutrición de este, provocando disfunción o muerte de neuronas que pueden dar lugar a un ictus.
La prevalencia de esta enfermedad es aproximadamente del 0,5% en personas menores de 50 años y de hasta el 10% en mayores de 80.
Revascularización Transcarotídea (TCAR)
La TCAR es una nueva técnica que se puede aplicar como alternativa a la cirugía abierta convencional en la base del cuello, la endarterectomía carotídea, y al stent carotídeo mediante punción femoral. El Dr. Ignacio Leal es cirujano vascular y desarrollador de esta técnica, y forma parte del equipo de la sede de Madrid. Él explica que “la revascularización transcarotídea se realiza con anestesia local a través de una pequeña incisión en la base del cuello, donde se controla la arteria carótida común. A través de un introductor especialmente diseñado, y un dispositivo de reversión de flujo sanguíneo, se realiza la colocación del stent”.
Técnica más segura y cómoda para el paciente
La ventaja más notable de este nueva técnica es que reinvierte el flujo sanguíneo. Con las anteriores se manipula la placa, lo que hace posible que se desprendan fragmentos y puede provocar ictus postoperatorios. En cambio, el TCAR utiliza un dispositivo que invierte el flujo de sangre de la arteria carótida, aspirando los posibles fragmentos desprendidos y reteniéndolos en un filtro. Así se evita la posibilidad de sufrir infartos cerebrales perioperatorios.
“Con esta nueva técnica no cruzamos el arco aórtico y protegemos el cerebro. Nos ofrece ventajas para el paciente, tanto en seguridad como en comodidad, ya que es mínimamente invasiva, y para nosotros mismos, ya que la tasa de complicaciones es menor”, señala el Dr. Lukasz Grochowicz, especialista del Servicio de Cirugía Vascular de la Clínica Universidad de Navarra.
Que se incorpore esta técnica no quiere decir que se sustituya por las demás. Cada paciente es analizado según su caso para decidir qué intervención es mejor él.
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